
Roberto Bolaño
Mi lasciai andare, lo presi al volo e non seppi mai
dove avrebbe potuto portarmi. Ero pieno di paura,
mi si sciolse l’intestino e mi ronzava la testa:
credo che fosse l’aria fredda dei morti.
Non so. Mi lasciai andare, pensai che era un peccato
mancare così presto, d’altra parte però
avevo sentito quella chiamata misteriosa e convincente.
O la senti o non la senti, e io l’avevo sentita
e mi misi quasi a piangere: un suono terribile,
nato dall’aria e dal mare.
Uno scudo e una spada. Allora,
malgrado la paura, mi lasciai andare, avvicinai la guancia
alla guancia della morte.
E fu impossibile chiudere gli occhi e non vedere
quello spettacolo strano, lento e strano,
benché integrato in una realtà velocissima:
migliaia di ragazzi come me, imberbi
o barbuti, ma tutti latinoamericani,
che accostavano la guancia alla morte.
Roberto Bolaño
(Traduzione di Ilide Carmignani)
da “I cani romantici”, Edizioni SUR, 2018
∗∗∗
Autorretrato a los veinte años
Me dejé ir, lo tomé en marcha y no supe nunca
hacia dónde hubiera podido llevarme. Iba lleno de miedo,
se me aflojó el estómago y me zumbaba la cabeza:
yo creo que era el aire frío de los muertos.
No sé. Me dejé ir, pensé que era una pena
acabar tan pronto, pero por otra parte
escuché aquella llamada misteriosa y convincente.
O la escuchas o no la escuchas, y yo la escuché
y casi me eché a llorar: un sonido terrible,
nacido en el aire y en el mar.
Un escudo y una espada. Entonces,
pese al miedo, me dejé ir, puse mi mejilla
junto a la mejilla de la muerte.
Y me fue imposible cerrar los ojos y no ver
aquel espectáculo extraño, lento y extraño,
aunque empotrado en una realidad velocísima:
miles de muchachos como yo, lampiños
o barbudos, pero latinoamericanos todos,
juntando sus mejillas con la muerte.
Roberto Bolaño
da “Los perros románticos”, Barcelona, Acantilado, 2006
